Atemajac de Brisuela, es un lugar que te invita a cambiar la perspectiva de lo cotidiano, olvidándote de la ciudad y adentrándote a las sorpresas del campo, sintiendo la compañía de la soledad, escuchando el sonido del viento y oliendo el estiércol del ganado que pintan un paisaje donde el tiempo al parecer no corre.
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